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:·:·:·:·:·:·:·:·: :·:·:·¿Cuál de todas tus personalidades prevalece cuando estás en soledad?:·:·:·:·:·: :·:·:·:·:·:·:·:·:
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11.27.2006

EX / CÉNTRICA


Despidiendo la sección a cargo de Alejandra Pultrone, va un 3x1
¿quién escribió estos poemas?


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Soledad


En algunas personas
amamos a personas
que no existen ya;
en otras, amamos a nadie,
ni a esa misma persona.


Perplejidad

Por qué si me arrodillo
rezando, siempre pienso:
"Qué hacen mis pies, ahora".

Unica sabiduría

Lo único que sabemos
es lo que nos sorprende:
que todo pasa, como
si no hubiera pasado.

11.23.2006

AT RANDOM

Hilo Sisal

Por la calle, Dalma. En la mano derecha, una bolsa. El brazo que la lleva parece más largo. Es pesada la bolsa. Es pesada porque está cargada. Es de papel y las manijas son de hilo sisal. Es de una tienda de ropa en la que Dalma nunca va a comprarse nada. Dalma camina desde la terminal de ómnibus de Retiro; el hilo sisal le irrita la mano. Viene de pasar el fin de semana fuera de la ciudad. Pero Dalma no camina sola. Carlos viene a su lado. Dalma no camina sola y nunca más va a caminar sola. Es reservada Dalma, con o sin bolsa, y no habla mucho de sus cosas, pero todos saben, ella les dijo, lo que había pasado entre ella y Carlos. Sobre la seguridad de esos pasos acompañados, la certeza de no volver a caminar sola nunca, nunca más, porque él habló de casamiento.

Carlos lleva una mochila en la espalda. Esa mochila es grande y tiene más carga. Pero todo es una cuestión de cómo se distribuye el peso que a uno le toca llevar. Carlos lleva más cosas pero tiene las piernas más largas y camina más rápido. Dalma lo sigue, la bolsa de manijas de hilo sisal —en la que trae la comida que sobró del almuerzo— se balancea y lastima un poco su mano derecha.

Se dirigen, apurados, al bar del Tato. Carlos quiere ver el final del partido. Hay apuro porque termina en quince minutos y empatan 1 a 1. Ya que estamos de paso, había dicho Carlos. Dalma, que ya no camina sola, va casi a la par y, de tanto en tanto, un poco detrás. Por cábala él tendría que ver ese final. Claro, es lógico, piensa Dalma, la mano que arde. Llegan al bar y Dalma le dice a Carlos que esperará afuera. Adentro hay que pararse a un costado de la barra. Las mesas de la calle están todas vacías. Dalma apoya la bolsa en el piso, al lado de la mochila que dejó Carlos para que le cuide. Carlos saluda a todos y pide una cerveza. Todavía no llegó la primavera pero está haciendo calor. Dalma espera y transpira. Se repone del trote. Piensa en cambiar de mano la bolsa; la mano derecha de Dalma está ampoyada. El resto del trayecto va a ser más tranquilo. Tal vez hasta comenten lo bien que estuvo el fin de semana. Dalma se lame la mano y la sopla: eso calma. La familia de Carlos fue muy amable con ella. Carlos. Dalma está tan enamorada. Están tan enamorados.

El estruendo de un gol sorprende a Dalma sonriendo, pero no reacciona. Al rato ve venir la rabia en la cara de Carlos. Una puteada mascullada por lo bajo coincide con el ruido de papel que hace la bolsa llena de empanadas que cocinó la mamá de Carlos. Ella la ha levantado con la mano izquierda. Otra vez en camino, Dalma siente la frustración de Carlos y sufre por él y con él. Dalma, la mano lastimada por el hilo sisal, sufre Carlos, pero no sabe qué hacer. ¿Camina sola, Dalma, con la bolsa de empanadas que la mamá de Carlos les dio el fin de semana para que él llevara el lunes a la fábrica? No. Ella les contó a sus amigas. Dalma no camina sola nunca más. Entonces estira la mano que duele y acaricia los rulos despeinados de Carlos. Lo mira como diciendo no caminamos solos. Pero Carlos agacha la cabeza rechazando el contacto y le dirije una mirada por primera vez desde que bajaron del micro.

Los rulos despeinados, el fracaso futbolístico del domingo, las empanadas de mamá para llevar el lunes a la fábrica. Dalma no sabe qué hacer con esa mano rechazada. Camina unos pasos más y vuelve a pasar de mano la bolsa. Después de todo, con la derecha tiene más fuerza y tal vez sea el cansancio. Porque ya no arde.


11.15.2006

METELE QUE SON PASTELES - cine


The Departed – Los Infiltrados (2006)

según la ve Ramiro (http://abecedarios.blogspot.com)

Cuando uno va a ver una película. Bueno... empezamos mal. Mejor me hago cargo. Cuando yo voy a ver una película, siempre tiene que haber una razón como mínimo que amerite o acompañe la decisión de ir. No soy tan espontáneo como para decir “tengo ganas de verla”. ¡Tampoco es una novia! ¡Es una película!

A veces es un actor, otras veces dos. O una actriz. O una y uno. O la banda de sonido. Y a veces, muchas, el director.

Claro, y ahí me empezaron a llover los tomates. ¿Cuánta paciencia le podemos tener a Scorsesse? Es cierto que hizo clásicos de todos los tiempos como Taxi Driver, pero si miramos (bendita internet, memoria de los desmemoriados) las películas que dirigió en los últimos... (ni quiero sacar la cuenta porque me desmayo) años, la verdad es que nos queda debiendo plata: Casino, Pandillas de New York, El Aviador... Todas tuvieron la repercusión y hasta los premios que, en mi modesta opinión, no merecían. Justamente la menos recordada, “Bringing Out The Dead” con Nicholas Cage, fue la que más me gustó. ¿Seré un contrera? ¿El mundo estará equivocado?

Pero a Martin lo seguimos a donde vaya. No hay tu tía.

Ahora aparece The Departed. Tiene a Matt Damon, que anota un poroto a priori porque últimamente hizo papeles buenos y además porque siempre aparece de coté con Affleck en películas de culto, haciendo papeles extraños. Tiene a Di Caprio, que repite con el director porque seguro hay mafia italiana de por medio (ya es la tercera que filma con él). Tiene a Nicholson que siempre pero siempre emboca de media cancha; es un canchero y no podés derrotarlo. Y después tiene a Alec Baldwin, Martin Sheen y Marc Wahlberg que no anotan porotos a la hora de decidir, pero si los juntamos a todos, un poquito de fuerza hacen. “¡Qué elenco!” decimos cuando vemos las colas.

¿Y las féminas? Brillan por su ausencia. El valor de haber elegido no tener estrella femenina, le anota un poroto. Mirá lo que son las vueltas de la vida.

“¿Otra vez una de mafia?” pregunta el gordito de gafas en la entrada al cine. Y tiene razón. Entonces uno se acuerda de “Buenos Muchachos” y se pregunta en silencio si tiene sentido que Scorsesse intente competir contra sí mismo volviendo sobre la misma temática una y otra vez. ¿Cuántas películas policiales se han hecho? ¿Cuántas tramas de corrupción se han llevado al cine una y otra vez?

Los porotos parecen ir haciéndose agua en el bolsillo del pantalón mientras vemos que nuestro dinero ya entró en la caja del boletero del cine. Ahora no hay vuelta atrás.

Y de repente en la oscuridad de la sala, sale el sol. Se ilumina metafóricamente nuestro bolsillo y los porotos comienzan a germinar, dando lugar no sólamente a una de las mejores películas del año sino también a la pregunta inevitable de “¿cómo puede ser que habiendo tantas películas de mafias y policiales, nadie haya pensado jamás en una cosa así?”.

Es cierto, es cierto, la trama no la escribe el director. Pero le da vida. Y no por nada es la cara visible de una película. Al principio uno se confunde: ¿el nenito de la primera escena es Di Caprio o Matt Damon? No entiendo, no entiendo, explicame. Pero todo se aclara rápidamente. No es el tipo de película donde el espectador desconoce al asesino o tiene misterios que en el último minuto van a obligarlo a ver toda la película de nuevo para “ver como encaja todo”. En esta película –paradójicamente- nadie hace trampa con las cartas; están todas sobre la mesa desde el minuto cero. Y uno las ve desfilar con el puño apretado y sin querer que termine. Esta vez no importa si es larga como El –inacabable- Aviador. La película es fabulosa.

Y por si algún poroto invisible te está faltando y no lo aportan estas líneas, la banda de sonido –las canciones- te terminan de pintar de transparente para que te metas de lleno en la trama y te plantes en el centro de los acontecimientos para no perder detalle.

Corriendo. Hay que ir corriendo a ver Los Infiltrados, y renovarle el poroto a Scorsesse, que logró hacerlo de nuevo.

*Nota para freaks* Se ve un CD en una parte de la película que se lleva un primer plano. No tiene adentro lo que reza la tapa; es sólo el envoltorio. Jueguen a ver si se dan cuenta de qué disco es la cajita. Pista: en la banda de sonido hay un tema que le pertenece.